Entradas

YA NO PUEDO HUIR

  Miro en el espejo y veo algo que no soy yo. Ahí, delante de mí, sólo hay un saco de piel y huesos que se resquebraja poco a poco. Una presencia tortuosa que me sigue y acompaña hasta el lugar más remoto donde intente esconderme. Huyo a la mayor velocidad que me permiten mis piernas, hasta que ya no me queda aliento y freno, pero al mirar atrás, ahí sigue, esperándome, caminando conmigo y mis demonios. Ya no puedo huir más. Ya no tengo la fuerza ni las ganas suficientes para salir corriendo e irme lejos. Muy lejos. Decido hablar con ello, plantarle cara a lo que sea que me persigue. Saber qué se esconde entre esa oscuridad que tanto temo. Al indagar y buscar, con preguntas sin respuesta, o contradicciones de apenas tres palabras, me abalanzo sobre esas sombras para descubrir qué se esconde detrás. Entonces, me encuentro de nuevo frente al espejo y ese reflejo. Esa maldita imagen que revela el cristal, ahora roto en pedazos. Algunos pedazos continúan en su lugar, apenas se apre

ACÉPTALO

  Asúmelo. Nunca me amaste como dijiste. ¿Cómo lo sé? Nunca hubo interés, nunca había tiempo, siempre había otras cosas que atender. Nunca llegaste, nunca respondiste. Nunca conociste a la persona que hay debajo de todo esto, de la coraza que llaman cuerpo, y que es lo único que ves. Cuando todas las conversaciones las iniciaba yo, y si de ti dependía, no hablábamos en días, semanas… Luego dices que cambié. Que ya no soy la persona que era antes. La que se preocupaba a cada segundo por ti, y dejaba su vida por la tuya. ¿Qué esperabas? ¿Qué fuera tonto toda la vida? Todo ha sido una cruel mentira, y yo me la creí, pero ya no. Ya no más. Esto me demuestra que no soy tan malo como creía. Que yo sí me tomé el tiempo necesario para conocer hasta lo más mínimo de ti. Y ahora mismo, la basura de esto, no soy yo.

(SOBRE)VIVIR

  Finalmente, y al terminar cada día, sigo atormentándome con mis propias sombras, infiernos y demonios. Continúo dando vueltas a todos esos momentos de mi vida que sucedieron hace tantísimo tiempo. Vuelvo a recordar y a vivir lo vivido. Todo lo que debería haber olvidado hace ya mucho tiempo. Demasiado. Hay momentos, a lo largo de mis días, en los que me asaltan las dudas. Me veo preguntándome a mí misma si todo esto merece la pena. Si tiene algún sentido seguir viviendo, o sobreviviendo, en este podrido mundo, donde lo único que consigo es continuar destruyéndome poco a poco. Soy fuerte, también débil. Pero esa parte de mí, la débil, nunca la muestro. O casi nunca. Soy esa persona que subsiste cada día con esa ridícula sonrisa pintada en la cara. Como si todos mis días fueran lo más fantástico del mundo y mi vida fuera la mejor que podría tener. No tengo el valor de llorar frente a nadie. Así pues, confío demasiado en ti si algún día ves lágrimas correr por mis mejillas. Sé

SINCERÁNDOME

  Hoy te escribo desde el fondo de mi alma. No sólo para que lo sepas, sino, ante todo, para quitarme el gran peso que soporto muy dentro de mí desde hace tiempo. Creo que es momento de decirte lo que nunca tuve el valor, aún cuando tenía constancia que la oportunidad no se perdería. Me gustabas. O al menos eso es lo que veo cuando miro atrás. Aunque ahora mismo no lo llego a tener tan claro. En este momento, te odio bastante. Volvamos a lo que venía todo esto. Me gustabas, sí, y me costó muchísimo admitirlo. Desde el primer momento en que te vi sobre el escenario y cruzamos nuestras miradas, pude ver que eras diferente a todos los tíos con los que me había cruzado en mi vida. Lo vi y eso fue lo que me hizo…lo que hizo que me gustaras, vaya. Creo que no puedo explicarlo de otra forma. Te buscaba, a ti y tu mirada en cada escenario, cada canción y cada nota. Porque siempre, en cada canción, tus ojos buscaban y encontraban los míos entre el público. Y me sostenías la mirada por c

NO ME RINDO

  Últimamente siento que me puede el mundo. Me engulle de repente, como una ola inesperada. Y yo no puedo hacer nada, no puedo defenderme de ninguna forma que se me ocurra. No hay opción de escape. No hay una salida de emergencia con la que irme de este tormento que ahora, a veces, me acompaña. Estos demonios se acompasan conmigo, me cogen y ya no me quieren soltar, quieren que esté con ellos para siempre. Hasta que mi exhausto cuerpo y mi mente desecha dejen de luchar y se rindan a su merced. A veces, mi mente se rinde, ya no le encuentra sentido a seguir luchando, pero mi corazón se lo niega. Tenemos que aguantar siendo una unidad todo el conjunto. Si una parte se rinde al qué dirán, estoy completamente acabada. Me niego a estar a merced del resto del mundo. No me rindo.

ELLOS

  Nunca se buscaban, pero sus pies caminaban a encontrase. No eran conscientes, pero se pensaban, como mínimo una vez al cabo del día. Eran como dos rectas que se cruzan. Encuentros casuales que se convertían en las sonrisas de sus días grises. Se convertían en el sol de las tormentas del otro. Incluso formaban sus propias tormentas. Uno se convertía en trueno y el otro en relámpago, para iluminarse y sanar en el mismo instante en el que desataban su tempestad.

HUYENDO DE LA REALIDAD

Me encuentro aquí, una vez más, huyendo de la realidad. Escondiéndome del mundo exterior de nuevo para adentrarme en mí y mi subconsciente, para encontrarme con mi yo escritor. Vuelvo a estas páginas en blanco para llenarlas de palabras, historias y sentimientos. Para sentirme viva al menos una vez al día, o a la semana, no importa. Recaigo en mi rincón único y personal, solo para mí. Algo que nadie verá y, por supuesto, no leerá. Huyendo de la realidad, puedo ser yo misma y contar(me) todo lo que siento, aunque para comprenderme tenga que escribirlo. Puedo leerme cuando quiera y ver en qué fallé, para aprender de ello y no volver a cometer.